Jorge Briceño vive






Semblanza del heroico guerrillero

Una muerte gloriosa triunfa sobre el tiempo
y prolonga la sublime existencia
hasta la más remota posteridad. SIMÓN BOLÍVAR

30 aviones y 27 helicópteros, 7 toneladas de explosivo tritonal y la tecnología militar de punta del South Command estadounidense y del Mossad israelí, el uso desproporcionado de la fuerza y la violencia terrorista del Estado, todos, contra un hombre en su cuartel de la montaña, que no era un hombre, sino un pueblo.

Lo ocurrido en la madrugada del 22 de septiembre en las selvas de La Macarena no fue un combate, sino un vil asesinato, una masacre ejecutada a mansalva y sobre seguro por un Estado terrorista subordinado a los dictados de Washington. Contra el comandante Jorge Briceño, del Secretariado de las FARC, fue concentrado todo el fuego y todo el odio de una casta dominante criminal, de ultraderecha, que por décadas ha ensangrentado y empobrecido al país.

Era Jorge un símbolo telúrico, potente, de la rebeldía y la esperanza del pueblo llano de Colombia, salido de la escuela de guerra de guerrillas móviles del legendario Manuel Marulanda Vélez. Era un ser excepcionalmente humano, y por ello, amado por la gente y por la tropa guerrillera. En tiempos de la zona de distensión y de los diálogos de paz, cuando aparecía de vez en cuando en la población de La Macarena, un enjambre de niños descalzos y descamisados, bulliciosos, lo seguía por las polvorientas calles, y él, feliz, dejaba que le quitaran la boina y que saltaran en su corazón, como en la canción Jojoy del cantautor Julián. Era un imán en traje de fatiga arrastrando pueblo a su paso, fundiéndose con sus sueños. Campesinos, obreros, desempleados, alcaldes, curas, académicos, sindicalistas, maestros, estudiantes, afro descendientes, amas de casa, escuchaban la magia torrencial de sus palabras que aludían a un sueño llamado Nueva Colombia, Patria Grande y Socialismo.

Era un duro, sí, pero aprisionado por una gran ternura. Recio con el enemigo, afectuoso con su pueblo. No faltaba en su mochila de campaña el Diario del Che. Bebía con avidez el pensamiento de Guevara, y del guerrillero heroico había aprendido a endurecer, sin perder la ternura jamás. Era un guerrero enamorado del fulgurante amor de los héroes por la libertad y la justicia.

Había Ingresado a la guerrilla de las FARC en 1968. Eran los tiempos feroces de la represión y la exclusión brutal del Frente Nacional bipartidista y oligárquico, que pretendió criminalizar el derecho de los pueblos a la opción política. Empuñando la bandera comunista, siempre al lado de Manuel y de Jacobo, se forjó como guerrero en las vicisitudes de la guerra justa contra la opresión.

Lo de “Mono” por lo catire o de cabello claro, rubio, o huero. Lo de “Jojoy”, por una muletilla de juventud. Así, el joven “Mono Jojoy” trasegó con su fusil y su política al hombro, las tres cordilleras andinas de la arriscada geografía colombiana.

Su primera revolución triunfante, fue la librada consigo mismo. Implacable con sus lastres humanos, poco a poco, doblegándolos a pulso, fue levantando hacia el cielo la gran mole de su arquitectura política y guerrera, de hombre nuevo. Su pasión por la libertad y ese anhelo de dignidad para todos que abrazaba su corazón, fue el arpegio más sonoro de su fibra humana.

La figura de Jorge continúa su incesante crecimiento en las selvas inmensas del Caguán, en sus puertos fluviales de amarillento caudal, hasta alcanzar la inusitada dimensión de la leyenda. Incansable constructor de partido y de milicias populares, agitador de la Unión Patriótica como alternativa política, impulsor entre la población de la sustitución de cultivos de coca por siembras de caucho y cacao. Consciente de la importancia de la propaganda revolucionaria instaló, por primera vez, una impresora offset montaña adentro. En Remolinos y en Santo Domingo es el hombre de la logística, de los uniformes, de las armas, de las finanzas. Formador de cuadros, llamaba a los cadetes egresados de la Escuela Nacional, para tomar de ellos, aún frescos, los nuevos conocimientos y técnicas aprendidas. Nunca percibió sombras en los que podían saber más que él; por el contrario, los acogió con admiración, y aprendió de ellos. Era un insaciable fagocitando luces.

Luego el guerrero irrumpe en los Llanos indómitos y bravíos, que tienen la extensión de medio país y una rica historia de rebeldía contra el centro del poder. Allí inscribió su nombre en moldes dorados de la mano de Marulanda y sus compañeros, como destacado estratega militar y político, como luchador en la primera línea de fuego y en la conducción del avance de las huestes guerrilleras hacia la capital. Realmente el poder de Jorge, su liderazgo avasallante, cautivador, se fundaba en la dirección colectiva y en el gran amor que le profesaban los guerrilleros y el pueblo.

Ningún jefe insurgente de Nuestra América había sido atacado con tanta saña. 50 bombas inteligentes made in USA que demolieron y arrasaron su puesto de mando, no fueron suficientes para saciar el odio de las oligarquías. Verificada la muerte del comandante, el gobierno desencadenó, desde todos los flancos, el más infame ataque mediático, con el propósito quimérico de aniquilar también su imagen y su ejemplo de dignidad. No se trataba sólo de matar a la persona, sino al sueño de esa inmensa muchedumbre de humildes que creen en el proyecto político libertario de las FARC-EP. Sangre y fuego, tierra arrasada, terrorismo de Estado, ha sido la práctica constante del régimen para defender los intereses de las trasnacionales, la bolsa y el poder de una oligarquía apátrida y arrodillada a los gringos.

Frente a la barbarie del Estado, ni una sola palabra de la acuciosa Katerine Aston de la Unión Europea, ni de aquellos que siempre están condenando nuestros modestos medios de resistencia. No lo necesitamos; el poder moral de las FARC es inexpugnable. Bien sabemos que por boca de ellos habla la iniquidad de los imperios.

El comandante Jorge encarnaba los más profundos sentimientos altruistas de las FARC, en la lucha y resistencia de los pueblos contra el terrorismo de Estado. Como es de conocimiento, los Estados terroristas, como el de Colombia, buscan siempre proyectar su propia condición sobre quienes los adversan. Por eso, el presidente Santos, ladrando desde Nueva York, muy cerca de su amo, desesperado por deslegitimar la lucha de los pueblos por la justicia, tergiversa la realidad del conflicto interno de Colombia, pretendiendo vanamente satanizar el alzamiento armado, al referirse a Jorge como símbolo del terror y la violencia.

¿Qué más se puede esperar de personajes tan siniestros? Hace poco, oficiando como ministro de defensa y de los “falsos positivos”, Juan Manuel Santos se solazaba con los cadáveres de guerrilleros abatidos en los Montes de María. Ahora, el actual jefe de esa cartera, señor Rodrigo Rivera, se conduele más por la muerte de la perra Sasha, que por los centenares de soldados muertos y heridos en el campo de batalla de La Macarena.

La fementida “Sodoma”, nombre de la operación que segó la vida de los nuestros, no es otra cosa que el mismo Estado colombiano en su bancarrota moral. La “madriguera” del verdadero monstruo terrorista es el Palacio de Nariño, sede del gobierno de Bogotá. Desde allí se ha planificado el desastre humanitario que padece la patria. Desde ese mismo antro, los cerebros de la seguridad democrática, tan celebrada por el presidente Santos, ordenaron las masacres contra la población inerme, las ejecuciones extrajudiciales (“falsos positivos”), las fosas comunes, las detenciones masivas, las desapariciones y desplazamientos forzados, y tantos otros abominables crímenes de lesa humanidad.

A los que hoy desde el gobierno, ebrios de triunfalismo nos conminan a la rendición, les respondemos con las mismas palabras que el comandante Jorge Briceño le dirigiera al general Padilla en enero de 2010, en respuesta a una exigencia similar:

“…Que poco nos conoce usted señor Padilla de León: con toda sinceridad, sin odios ni resentimientos y con el respeto que todo revolucionario profesa por sus adversarios, le respondo: No, muchas gracias, general.

En las FARC no tenemos alma de traidores, sino de patriotas y de revolucionarios.

Hemos luchado y continuaremos haciéndolo, con valor, entrega y sacrificio por derrocar este régimen podrido de las oligarquías y construir otro orden social, o por alcanzar acuerdos que ayuden a construir una patria en donde quepamos todos.

Jamás hemos proclamado el principio de la guerra por la guerra, ni asumido esta lucha como algo personal, ya que nuestros objetivos son los de lograr cambios profundos en la estructura social de Colombia, que por fin tengan en cuenta los intereses de las mayorías nacionales y de los sectores populares y que conduzcan al desmonte del actual régimen político criminal, oligárquico, corrupto, excluyente e injusto, como está consignado en nuestra Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia.

Con la honestidad que corresponde a nuestro compromiso con el cambio social y la lealtad que le debemos a nuestro pueblo, le aseguramos, que no vamos a desistir después de más de 40 años de lucha, ni a aceptar una falsa paz. No traicionaremos los sueños de justicia de la Colombia que clama por la paz con justicia social, ni la memoria de los miles de muertos, ni a las víctimas de las innumerables tragedias que ha ocasionado esta cruenta guerra, declarada por la oligarquía al pueblo desde hace más de 50 años.

Colombia necesita encontrar los caminos que conduzcan a poner fin a esta guerra entre hermanos, senderos de reconciliación que nos lleven a Acuerdos de Paz. Pero no será a través de una paz falsa donde una minoría oligárquica continúa acaparando todas las riquezas, a tiempo que las grandes mayorías nacionales quedan aplastadas por el peso de la pobreza, el terror militarista, la miseria y la degradación moral de una clase dirigente corrupta hasta los tuétanos, el camino más seguro para alcanzar la reconstrucción de la patria y la reconciliación de los colombianos.

Una paz entendida como rendición o entrega es una fantasía de la oligarquía y solo sería un crimen de lesa traición al pueblo y a sus históricos anhelos por alcanzar, al fin, la justicia social para todos.

Acuerdos de paz sí, pero, el punto cardinal es: ¿con o sin cambios estructurales en lo político y social?

¿Más Democracia o más autoritarismo y más represión y arrodillamiento al imperio?

Lo invitamos a reflexionar sobre estas serenas palabras plenas de sensatez y actualidad, contenidas en el mensaje que dirigió el comandante Manuel Marulanda Vélez a los miembros de las Fuerzas Militares:

El futuro de Colombia no puede ser el de guerra indefinida, ni el de expoliación de las riquezas de la patria, ni puede continuar la vergonzosa entrega de nuestra soberanía a la voracidad de las políticas imperiales del gobierno de los Estados Unidos; nosotros estamos en mora de sentarnos a conversar en serio para dirimir nuestras diferencias, mediante el intercambio civilizado de opiniones hacia la solución definitiva de las causas políticas, económicas y sociales generadoras del conflicto interno, para bien de las futuras generaciones de compatriotas ”...

Para algunos analistas mercenarios, que posan de sabiondos del conflicto, el golpe de la Macarena “deja a las FARC descabezadas sin posibilidades de recomposición”. El agente de la CIA, Alfredo Rangel, cree que las FARC quedaron “huérfanas” y heridas en su moral, ad portas del abandono de la lucha armada… Se equivocan. Como siempre, parecieran caminar con los ojos vendados por los precipicios de la realidad. Se niegan a entender que somos una dirección colectiva, un cuerpo colegiado de conducción política y militar en todos los niveles de su estructura de mando. No atisban en la niebla de un análisis parcializado, motivado por las fantasías, el poder de la cohesión que siempre ha distinguido al Estado Mayor Central de las FARC y su Secretariado. Previendo que la lucha revolucionaria es hasta las últimas consecuencias, todas las instancias de mando de las FARC funcionan con suplencias para llenar oportunamente las vacantes ocasionadas por la confrontación o cualquier otro motivo. Por eso el comandante Pastor Alape, ante la desaparición de Jorge, pasó a ser miembro principal del Secretariado, mientras al Bloque Comandante Jorge Briceño se le ha dado la posibilidad de reestructurase, designando de su seno a un nuevo suplente.

No somos soldados bisoños que se dejan apabullar en el rumbo incierto de una batalla. Nuestra guerra es por la paz, la Nueva Colombia, la patria Grande y el Socialismo, en la forma de un nuevo poder. En el guerrillero fariano hay conciencia y lealtad a la causa, y estará siempre, ávido de lucha y de victorias. Como decía el Jorge unos días antes de su partida: “nosotros hacemos parte de la lucha popular y el pueblo es invencible”.

La caída del gran guerrillero revivió en el presidente Santos el desvarío del fin del fin de la guerrilla, de la proximidad de una derrota de la insurgencia, que nunca llegará, y que viene siendo pregonada desde 1964 para justificar la obsesión militarista de un sector de la oligarquía, por temor, por físico miedo, a una solución política que demanda el fin de sus privilegios. No se dan cuenta que al cerrar las puertas del diálogo y la solución política están abriendo las puertas de la revolución. Es lo mismo que dijo Fidel en su más reciente reflexión: muy al contrario de lo que afirma el gobierno colombiano, el asesinato del comandante Jorge… acelerará el proceso revolucionario en Colombia.

Lo decimos sin aspavientos, pero con radicalidad: si Santos quiere venir por nosotros, que venga, pero que venga en persona sin utilizar carne de cañón que es pueblo uniformado. La arrogancia y el tono de ultimátum de Santos tienen como fondo las órdenes en inglés, que los guerrilleros que siguen las comunicaciones de la fuerza pública, captan en los grandes operativos.

Hacemos nuestras para este momento de coraje las reflexiones de Julius Fucik al pie del patíbulo: “Cuando la lucha es a muerte;/ el fiel resiste;/ el indeciso renuncia;/ el cobarde traiciona…,/ el burgués se desespera,/ y el héroe combate".

Viendo la ignominia de algunos reporteruchos y gacetilleros de la gran prensa, encarnizados frente al cadáver del líder guerrillero, aullando sus denuestos, es deber moral deplorar la bajeza ética de quienes pretenden inducir la opinión nacional a favor del guerrerismo y del terrorismo de Estado.

Esa maquinaria de la desinformación se ha dedicado a la satanización de la guerrilla y a la santificación del gobierno. En sus espacios silencian la voz del pueblo y sólo dan la palabra a expertos estipendiados por la CIA y el capital financiero, que encubren y justifican los más fétidos crímenes de lesa humanidad consumados por el Estado.

De manera repetitiva y en horario estelar, durante 15 minutos, los noticieros de televisión, mostraron las imágenes del devastador bombardeo con el claro propósito de legitimar el terrorismo institucional, provocar el aplauso a los criminales, concitar el apoyo de la población a la política guerrerista del Estado y uniformar al país con la visión del conflicto de la derecha neoliberal.

No son héroes los pilotos y artilleros del terrorismo que dispararon sus armas, guiados por la tecnología, sino cobardes instrumentos de un poder tiránico y pro yanqui que aspira a eternizar la injusticia sobre el suelo de Colombia. Actúan contra su propio pueblo en beneficio de una potencia extranjera. Fue un ataque artero, y sobre seguro. No es heroísmo disparar bajo el amparo de la oscuridad y a varios miles de pies de altura, cuando no hay equilibrio de medios de combate entre las fuerzas contendientes. Otro fue el resultado en tierra: 30 militares muertos, 70 heridos.

Constatada la infausta noticia para los humildes de Colombia, algunos periodistas robotizados y carroñeros se abalanzaron sobre los pobladores de La Macarena para forzarles una opinión adversa a la guerrilla o hacerlos asentir que la municipalidad se había liberado de su principal verdugo. Descaradamente aludían a Jorge a sabiendas de que este era el principal benefactor de toda esa serranía. Durante décadas el poder central nunca quiso abrir la carretera que desembotellara la rica región campesina. Jorge y sus guerrilleros la construyeron, logrando comunicar por tierra a la Macarena con San Vicente del Caguán y Neiva. Igualmente, en auxilio de aquella gente empobrecida construyó la vía que conduce a Vistahermosa (Meta). Tendió puentes sobre caños y ríos, bombardeados luego por la Fuerza Aérea, cuando ya habían sido entregados a la comunidad. Bajo la conducción de Jorge se pavimentaron los barrios de San Vicente del Caguán, se hizo el mantenimiento de las carreteras de los llanos del Yarí, se pusieron en funcionamiento varios acueductos, se organizaron brigadas de salud, se impuestó el consumo de licores para financiar maestros de escuela... Y la población recuerda también con gratitud cómo se activó el comercio bajo la tutela guerrillera. Esta hermosa historia que habla bien de la preocupación social y del sentido solidario del comandante, no podrá ser ocultada mientras perviva enraizada en el corazón de una población olvidada, que sólo ha conocido la presencia del Estado a través de bombas y metralla.

Pese a estar postrado por la diabetes, el comandante Jorge logró frenar por largos meses en el área general de la Macarena, el avance de varias brigadas móviles con más de 15 mil efectivos. Sobrecogidos por su dinámica arrolladora, por su voluntad inquebrantable, e inspirados en su profunda admiración por el Che, le habíamos dirigido las siguientes palabras: “Jorge, nuestros respetos. Gracias por tu ejemplo, por tu inagotable capacidad de trabajo en medio del infortunio de la enfermedad, y por enseñarnos cómo es que se debe combatir al adversario. Nos alegra que hace rato hayas superado a tu arquetipo guerrero, el Che. Con lo realizado por ti, ya no se trata de ser como el Che, sino de superar al Che. La puso muy alto, hermano”. A lo cual respondió con su modestia de siempre: “No la hemos puesto tan alto, es que estamos haciendo poco con base en la tarea estratégica que nos corresponde. Estamos es despertando un pequeño gigante dormido”.

El parte militar del Bloque Oriental en el mes de agosto es el siguiente:

Choques armados 166; soldados muertos 157; soldados heridos 294; helicópteros averiados 10; buques averiados 2; guerrilleros muertos 11.

Ahora, a los guerrilleros de las FARC nos toca ser como Jorge, el más contumaz de los guerreros de Manuel. Aunque la tarea no es nada fácil, es nuestro deber. Sus palabras resonarán en las mentes guerrilleras: “nacimos para vencer, no para ser vencidos”.

Son invencibles los soldados de Manuel Marulanda Vélez porque su bandera es la causa del pueblo, porque sus fusiles son la justicia social, la independencia y la libertad combatiendo por la Patria Nueva, porque marchan hacia la victoria con la potencia demoledora del pensamiento de Marx y de Bolívar, con el plan estratégico y el pueblo organizado.

Del Jorge del último tramo de su fecunda vida insurgente, debemos resaltar:

Elegido por la Octava Conferencia Guerrillera en 1993 como miembro del Secretariado de las FARC, inicia su ascenso imparable hacia el cenit de los héroes. Con las conclusiones de plenos y conferencias guerrilleras en mano, sigue el pulso al avance del plan estratégico, denominado Campaña Bolivariana por la Nueva Colombia, al lado de su gran maestro el comandante Manuel. Reajusta planes y estructuras de mando y se ocupa del buen funcionamiento de las direcciones. Se echa al hombro la escuela nacional de cuadros Hernando González Acosta y su preocupación es la formación de los nuevos comandantes. Organizador de Partido Clandestino, de profundas convicciones comunistas declaraba luego de sus reuniones de célula: “me bañé de comunismo, cumplí con mis tareas y deberes de militante”. Apareció radiante el 29 de abril del 2000 en el lanzamiento del Movimiento Bolivariano en San Vicente, al lado de Manuel Marulanda y Alfonso Cano y sus compañeros de Estado Mayor. Feliz con las 30 mil personas congregadas en la sabana; había sido artífice de la convocatoria del evento, del reencuentro de Bolívar con su pueblo, y jugado papel fundamental en la impresionante logística de la movilización. Meses después lo vimos al frente de la liberación unilateral de más 300 prisioneros de guerra capturados en las campañas militares del Bloque Oriental. “Los respeto –les decía Jorge-, porque se rindieron en combate; ojo con lo que van a decir a la prensa, incluso si son opiniones favorables a nosotros, porque eso los puede perjudicar”.

Necesariamente debemos destacar su permanente interés y respeto por todos los movimientos revolucionarios del mundo y por sus procesos. Apasionado por el estudio y la superación personal, leía ávidamente y gustaba adentrarse tanto en la historia universal como en la del país. Sólo dormía 3 o 4 horas para dedicar la mayor parte de su tiempo a la organización y al impulso de las tareas revolucionarias. Mamagallista excelso y profundo conocedor de sus tropas, sabía escuchar y ser autocrítico. Intenso en todo, en el combate, en la política, atento a los cambios en la modalidad operativa del adversario, y muy eficaz en el cumplimiento de las tareas del movimiento.

Hombre franco, directo, realista, riguroso, fraternal, leal a la causa revolucionaria, camarada y amigo de verdad, sin duda sus más caros valores. No permitiremos que estos atributos de la personalidad del comandante Jorge sean manipulados por seudo-periodistas empecinados en vejar su memoria.

De todas maneras, con Manuel, con Jacobo, con Jorge, con Raúl, con Iván Ríos y con todos los caídos, con el Libertador, los guerrilleros de las FARC entraremos a Bogotá en los puños levantados del pueblo, cabalgando en la insurrección, para instaurar en la plaza de Bolívar el nuevo gobierno, patriótico y bolivariano inspirador de nuestra lucha. Justa; mil veces justa: un derecho universal imprescindible para destruir el mal mayor de la opresión. Los colombianos, tenemos todo el derecho del mundo a vivir en dignidad, en paz, en democracia, en soberanía y en libertad. Como dijo Jorge, “allá nos pillamos”.

¡Triunfar! es la consigna. A los revolucionarios les decimos con Bertold Brecht: “Quien aún esté vivo no diga "jamás"/ Lo firme no es firme/ Todo no seguirá igual/ Cuando hayan hablado los que dominan/ hablarán los dominados/ ¿Quién puede atreverse a decir "jamás"?/ ¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros/ ¿De quién que se acabe? De nosotros también/ ¡Que se levante aquél que está abatido!/ ¡Aquél que está perdido, que combata!/ ¿Quién podrá contener al que conoce su condición?/ Pues los vencidos de hoy serán los vencedores de mañana/ y el jamás, se convierte en hoy mismo”.

Gloria a los héroes caídos en la resistencia al opresor, es el grito del comandante Jorge resonando en lo más profundo de la conciencia guerrillera. Gloria a Raúl Reyes, gloria a Iván Ríos, gloria a los caídos en Sucumbíos, gloria a todos los combatientes que han entregado su vida por la causa de la libertad, HASTA SIEMPRE.

Hasta siempre, Jorge, camarada, comandante, amigo. Venceremos.

Honor al comandante Jorge Briceño, héroe de la libertad, de la Nueva Colombia, la patria grande y el socialismo.

Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP

Montañas de Colombia, octubre 8 de 2010

Héctor Llaitul: "Nuestro cuerpo es lo único que nos queda para protestar"




Para el gobierno y el Ministerio Público es el “Bin Laden” de Arauco. Para su gente, los mapuches, un asistente social comprometido con su pueblo y que solo goza de mala prensa. Héctor Llaitul Carillanca, 41 años, padre de cuatro hijos, efectivamente es asistente social. Cursó la carrera en la Universidad de Concepción y trabajando en su tesis se mimetizó con la lucha de las comunidades. De origen williche, gran parte de su vida transcurrió en la zona central. Ex militante de la izquierda revolucionaria chilena, no dudó cuando a fines de los 90’, lonkos de dos provincias optaron por coordinar sus demandas y también la rabia. Así nació la Coordinadora Arauco-Malleco, la CAM, el gran dolor de cabeza étnico de los gobiernos de la Concertación y que Piñera ya siente al menos como jaqueca. Incontables son los ministros del interior que los han dado por desarticulados. El último fue Pérez Yoma. El año pasado. Pero ahí están, la mayoría en prisión y acusados de “terrorismo”, pero aun desde allí, resistiendo.

Hace 46 días que Llaitul encabeza una huelga de hambre. Son 32 prisioneros mapuches, en las cárceles de Concepción, Lebu, Angol, Temuco y Valdivia, los movilizados por demandas tan básicas que llegan a ser surrealistas. Exigen, en el Chile moderno y miembro de la OCDE, ser juzgados bajo mínimos estándares democráticos. Esto es, que se retire de sus causas la Ley Antiterrorista. Y se termine de paso con los dobles procesamientos civiles y militares. No entienden como, por delitos comunes, se los persiga como si se tratará de suicidas talibanes. Todos denuncian persecución política, montajes judiciales, testigos sin rostro e incluso tortura policial. Poco y nada de ello ha salido en la prensa. No les quita el sueño. Son pacientes y saben que con el transcurso de los días y semanas, la huelga se volverá para Piñera una insoportable migraña. A comienzos de semana, un fallo judicial autorizó a Gendarmería alimentarlos por la fuerza en Concepción y Temuco. No les será fácil, advierten ellos.

Entrevistamos a Héctor Llaitul en la cárcel El Manzano de Concepción. Allí espera ser llevado a juicio por diversos delitos. No ha matado a nadie. No ha violado a nadie. Tampoco ha dejado a ningún minero enterrado vivo en el desierto. Sin embargo, arriesga en diversas causas sobre 100 años de prisión. Hablamos de la huelga. De su lucha. Estas son sus razones.

- ¿Por qué la huelga?

Porque se han agotado todas las otras instancias para reclamar justicia, en nuestro caso, para acceder a un procesamiento justo, a un debido proceso. Es lo último que podemos hacer para manifestarnos, nuestro cuerpo es lo único que nos queda para protestar. Para nada es agradable estar en huelga, se sufre mucho, es duro. Tampoco es bueno hacer sufrir a nuestros familiares, somos padres, hijos, sobrinos, nietos de alguien y todos ellos sufren. Pero lo evaluamos y aunque suene paradójico, no nos queda más que arriesgar nuestra vida para luchar por la vida. Hablo de la vida de nuestra gente, por un mejor futuro para nuestros hijos, por los derechos de nuestra nación. Si con esta medida logramos que se retire la Ley Antiterrorista de nuestros procesamientos, habrá valido la pena.

- Pero se les acusa de atentar contra el “estado de derecho”.

En el territorio mapuche no opera el estado de derecho como en el resto del país. ¿Dónde se están militarizados los campos? ¿Dónde se persigue políticamente a luchadores sociales? ¿Dónde se montan campañas represivas indiscriminadas? ¿Dónde se aplican leyes de excepción, como la Ley Antiterrorista? Que sepamos, solo en el territorio mapuche, lo que nos permite decir que vivimos bajo un estado dictatorial. De allí que para nosotros las expresiones de resistencia y de autodefensa sean legitimas, más aun si se nos han cerrado todas las vías políticas. Si viviéremos en Bolivia o en Venezuela, países realmente democráticos, los dirigentes sociales mapuches tal vez estarían en el Parlamento. Pero estamos en Chile y acá lo que hay para nosotros es prisión política.

- ¿No es Chile un país democrático?

La aplicación de la Ley Antiterrorista habla por si sola. Es hoy una herramienta de persecución contra los mapuches que levantan la voz. Su propio origen se da en el marco de un régimen autoritario, como lo fue la dictadura de Pinochet, en un contexto de terrorismo de estado que todo el mundo repudió. Otro ejemplo es que se juzgue a civiles mapuches con el código militar, algo que transgrede todas las normas del debido proceso. Es lo que denunciamos.

- ¿Son las principales razones de la huelga?

Así es. Ambas constituyen la máxima expresión de la injusticia procesal que nos afecta hoy en día. La Ley Antiterrorista es una ley especial, creada para perseguir y su objetivo de fondo es velar por los intereses de los poderosos, no el de proteger a la población. Hoy con esta ley se están protegiendo inversiones que afectan directamente nuestro territorio y a su gente. Y en beneficio de empresarios que son responsables o herederos del despojo territorial que sufrimos como pueblo. Solo ello explica que se apliquen estas leyes de excepción a conflictos que son sociales y políticos.

- A 46 días, ¿cuál es la situación de ustedes?

En términos físicos ya se evidencia un deterioro. Producto de la no nutrición hemos sufrido abruptas pérdidas de peso, en el caso nuestro, acá en El Manzano, de hasta 17 kilos menos, debilitamiento corporal, mareos, dolores de cabeza, escalofríos, reiteradas pérdidas de conciencia, calambres, algunos de nosotros hemos sufrido además estados de descompensación.

- ¿Y en lo anímico?

Estamos estables, nos alienta el hecho de estar aportando a la lucha de nuestro pueblo y saber que nuestras demandas son justas. Espiritualmente también nos sentimos fuertes, esta es una dimensión que nos caracteriza mucho como mapuche, nos sentimos conectados con los valores y la cultura de nuestro pueblo, ello nos hace sentir que este sacrificio tiene sentido.

- ¿Cómo han tomado sus familias esta drástica medida?

Hemos sentido todo su apoyo, pero de seguro deben tener sentimientos encontrados. Apoyan pero igual sufren, no solo por nosotros sino por todos los que están en esta situación, así como por otros aspectos de esta lucha, costos que han debido pagar, como sufrir la represión policial. Pero de sufrimiento sabe mucho nuestra gente en las comunidades y de una u otra forma se han ido adaptando a los rigores del camino. Nuestras familias han comprendido y asumido esta huelga con un estoicismo ejemplar, lo cual habla bien de la justeza de este movimiento. Nosotros valoramos el esfuerzo que realizan afuera, de moverse y hacer campaña con muy pocos recursos, pero con una gran dignidad.

- ¿Y Gendarmería?

En El Manzano han sido casi neutrales, pero sabemos que esta situación puede cambiar por la presión de las instituciones de más arriba, del gobierno y la justicia. No es un tema personal, eso lo entienden y lo entendemos, es a nivel de instituciones donde se producen roces que hasta ahora no han llegado a ser confrontacionales. Esperamos que se respete la huelga y las condiciones no empeoren para nosotros, ya que nuestra postura es firme y de convicción. No sabemos como será en otros penales.

- ¿Se ha acercado alguna autoridad de gobierno?

Del actual gobierno nadie, ni siquiera hemos sabido de su preocupación por la huelga. Esto no nos resulta extraño, en el poder político están también los representantes del gran empresariado y resulta casi natural el desprecio que sienten hacia nuestra condición de presos y de mapuches. Esperamos que esto cambie, no perdemos la esperanza de que finalmente se aborde esto políticamente. De nuestra parte está la disposición abierta de sentarnos a conversar con ellos. Si debo decir que hemos tenido visitas importantes de otros ámbitos, gente dispuesta a buscar una solución política a la huelga.

- Quiénes, por ejemplo.

Podemos nombrar al Obispo Ricardo Ezatti, al senador Alejandro Navarro, al senador Patricio Walker, al ex candidato presidencial Jorge Arrate, entre otros. Por supuesto no podemos dejar de mencionar las visitas y el respaldo de muchos hermanos de pueblo, principalmente autoridades mapuches, lonkos y machis, así como werkenes (portavoces) de distintos territorios.

- ¿Cómo evalúan las movilizaciones a nivel nacional e internacional?

A nivel nacional no es mucho lo que se ha podido generar, debe ser por la fuerte campaña para silenciar la huelga que se ha montado, aunque comienzan a despertar acciones de solidaridad en diversas ciudades que valoramos. Estamos sorprendidos de las muestras de apoyo a nivel internacional, no tanto por nosotros, sino porque implican un respaldo a la causa mapuche en general. Este reconocimiento internacional ha costado mucho, es un capital que se tiene y que hay que resguardar, nos llama a no decaer, a no claudicar a pesar de la enorme desventaja que tenemos. Esto es muy importante para mantener la esperanza.

- Se consideran presos políticos, ¿por qué?

Por las cualidades de luchador social que posee cada uno de los mapuches encarcelados. También por la formación política e ideológica que abrazamos, la que por supuesto se enmarca en nuestra condición de mapuche. Reivindicamos un pensamiento propio (rakizuam), que se nutre de nuestra sabiduría ancestral (kimvn) y se plantea en resistencia con la realidad que hoy vivimos como pueblo. Se nos niega esta condición como si solo fueran presos políticos aquellos que se enfrentan a regímenes dictatoriales o totalitarios.

- Dicen las autoridades que en Chile “las instituciones funcionan”.

Funcionan instituciones propias de una “democracia” y se dice que estas operan por igual para todos los “chilenos”. Tal vez por ahí está el problema, que todas las instituciones buscan chilenizarnos. ¡Si nosotros no somos chilenos! Nunca ha existido un reconocimiento de esto, salvo en tiempos de la Corona Española. Hoy lo que se persigue es integrarnos o bien aniquilarnos como cultura, como nación, que dejemos de ser lo que somos. Basta ver las leyes, solo opera la asimilación y el colonialismo permanente. Lo cierto es que somos un pueblo oprimido, con un territorio invadido. Y este despojo ha sido avalado por todas las legislaciones e instituciones del Estado.

- No pocos mapuches, tras años de prisión preventiva, han resultado finalmente absueltos por los tribunales. ¿Cómo interpretas esto?

Es que la mayoría de las acusaciones que se levantan contra los mapuches tienen un objetivo central que es político. De allí los largos periodos de investigación de hasta dos años que tienen los fiscales para llegar al juicio oral, de allí los montajes muy bien urdidos que realizan, sumado todo ello a campañas comunicacionales. Pero cuando se llega a juicio, ello resulta a veces insostenible judicialmente, se les derrumba. Tememos eso si que en el actual escenario político esto pueda cambiar y para peor.

- ¿En qué sentido?

El Ministerio Público ya no actúa solo, es parte de una estrategia mayor que no trepida en la utilización de recursos para realizar montajes, incluso a nivel internacional, buscando condenas anticipadas de la opinión pública contra nosotros. La alianza entre fiscales, políticos inescrupulosos, gobierno y medios de comunicación, hace que tengan hoy dadas las condiciones para condenar a nuestra gente a largos años de prisión.

- Hace unos años la CAM eran “delincuentes rurales”. Hoy son “terroristas”.

Se pone hoy más énfasis en el “terrorismo” porque les permite hacer uso de mayores herramientas legales para perseguirnos. Con un discurso muy propio de los fiscales de la dictadura militar, magnifican los hechos, mienten abiertamente, catalogan de “terrorismo” acciones muy básicas de resistencia y autodefensa de las comunidades cuando son allanadas con violencia por la fuerza pública. Respuestas básicas, rudimentarias de la gente ante la agresión policial se transforman entonces “atentados contra vida”, “emboscadas criminales”, “homicidios frustrados” e “intentos de asesinato”.

- ¿Por dónde debiera buscarse una salida al conflicto?

Claramente no por los tribunales. Este es un conflicto histórico, de raíces muy profundas y que concierne a la sociedad chilena y mapuche en su conjunto, también a la comunidad internacional, que debe ser parte de la solución. El estado chileno es el responsable directo de lo que sucede hoy, que es un conflicto eminentemente político con trasfondos históricos, culturales, una lucha por reconocimiento, por ser lo que somos. Para nosotros el abordaje del problema, su resolución, es política y compromete al Estado en su conjunto, a todos sus poderes, ejecutivo, legislativo, judicial. Llegar a ello demanda una voluntad política que hoy no existe de parte de las autoridades. Existe coincidencia mayoritaria en los mapuches que la salida al conflicto es política.

- Van a cumplir 50 días en huelga y en los grandes medios poco y nada se ha publicado o mostrado. ¿Qué piensan de esto?

Nos resulta natural a estas alturas. No olvidemos que los grandes medios representan al empresariado y entre los grupos de poder siempre se apoyan, ha sido así históricamente. Callan la huelga pero siguen con su campaña para desvirtuar nuestra lucha, dando cuenta de ella solo desde un prisma delincuencial o terrorista, a objeto de influir en la mente de las personas, en la opinión pública. Ellos saben que nuestras demandas son justas y temen que darlas a conocer generé en la sociedad un respaldo mayoritario a nuestra causa. Me consta que mucha gente chilena que se logra informar debidamente, siempre termina respaldando nuestra lucha. Algunos medios operan casi como en tiempos del nazismo, se reafirma la teoría de Joseph Goebbels que planteaba que a través de la repetición de las “versiones oficiales” se llegaba a una “verdad oficial”. También decía “miente, miente, que algo queda”.

- ¿Es lo que sucede con el tema FARC?

Es parte de una campaña orquestada, donde La Tercera, El Mercurio y sus sucursales regionales cumplen la función de propagandistas. Sin tener hasta el día de hoy la más minima prueba, los fiscales insisten con esta vinculación nuestra con las FARC en los medios. Podemos decir que no existe tal vinculación, cada pueblo tiene el derecho de luchar como quiera hacerlo y nosotros lo hacemos basados en los principios y en la historia que heredamos de nuestros antepasados, en el legado de Lautaro, que no es menor. A veces se olvida que nuestro pueblo tiene un gran legado histórico de resistencia.

- ¿La huelga es hasta las últimas consecuencias?

Lo hemos dicho en los comunicados y es una postura generalizada en todos los huelguistas. Es una situación muy dura para todos nosotros, ya que no solo se arriesga la vida, también se producen secuelas que nos afectarán de todas formas en lo cotidiano. La responsabilidad no es nuestra, en este punto la traspasamos al Estado y a quienes son autoridades, porque ellos nos obligaron a llegar a esta situación. Preferimos esto a ser condenados de forma arbitraria e injusta.

- ¿Algún mensaje que enviar?

Gracias a todos los peñi (hermanos), lamngen (hermanas) que se han movilizado y que solidarizan con nuestra causa. Gracias a los hermanos de la sociedad chilena y del exterior que comparten y solidarizan con nuestro pueblo y sus demandas. Sepan que nuestra lucha es también la de ellos, es por la dignidad y los valores de construir una sociedad más humana.

LOS GRANDES HOMBRES; LOS HÉROES DEL PUEBLO, LOS COMANDANTES DE LA REVOLUCIÓN




Los grandes hombres no apuntan con un dedo con tres de vuelta.
Los grandes hombres son los que van por el mundo
con las manos abiertas, dejando huellas
para que, los que sigan, lo hagan cosechando
y sembrando nuevas semillas, con fuerza de historia.

Para los Revolucionarios chilenos e indo americanos, Octubre, es sinónimo de rebeldía y lucha directa contra nuestro enemigo fundamental, el capital y su accionar imperialista; las caídas en combate del Comandante de la Revolución chilena, Miguel Enríquez Espinosa -5 de Octubre de 1974- y el Comandante de la Revolución indo americana Ernesto Che Guevara -8 de Octubre de 1967-, son acontecimientos que traen al presente el legado histórico, de dos de los mejores hijos de nuestra clase, a los cuales se sumó en días recientes, el Comandante Jorge Briceño, quien pasa a ocupar un destacado lugar en el ALTO MANDO DE LA REVOLUCIÓN INDO AMERICÁNA.

Desde esta TRINCHERA, planteamos que para los Revolucionarios, los 5 de Octubre, los 23 de Septiembre, o los 8 de Octubre son fechas, tan contradictorias, que logran sintetizar esperanza.

A pesar de la propaganda fascista, los grandes hombres, nuestros héroes, aquellos que sudan pueblo, no mueren jamás. No hay una sola bala o una bomba química en el mundo que sea capaz de hacerlo; ni cientos de aviones, ni miles de fusiles logran dar en el blanco, porque cada vez que lo intentan, los grandes hombres se reproducen en miles; ni si quiera se les puede silenciar, porque su grito está impreso en la historia; a penas se les puede esconder, porque desbordan realidad.

Pero, a pesar de ello, podemos cerrar sus ojos, con la ceguera de la confusión reformista y revisionista; o herir sus manos, cada vez que se las damos a un enemigo; o invalidar sus pies, cuando no nos paramos decididos; parar su respiración, cuando suspiramos cansancio anulador; incluso, podemos detener su corazón, cuando nos detenemos a llorarles.

En ese contexto los grandes hombres, los héroes del pueblo, nos deben dotar marxistamente, de las armas que alguna vez levantaron y que en la actualidad escasean, principalmente por el entrampamiento ideológico, en que NUESTRAS FUERZAS, se encuentran.

La actual ofensiva imperialista en nuestra Indo América, nos recuerda lo acertado y vigentes que se encuentran los análisis y planteamientos de nuestros COMANDANTES DE LA REVOLUCIÓN; los sucesos contra las FARC-EP, las elecciones en Venezuela, el simulacro de Golpe de Estado en Ecuador, lo que se viene en Bolivia, son claros ejemplos de que nuestro ENEMIGO FUNDAMENTAL, tiene sus fuerzas desplegadas en el continente, por medio de bases militares, por el adiestramiento de los Ejércitos locales, el trabajo político de su aristocracia dirigencial, sus ONGs, medios de alienación y desinformación de masas, etc.

Pero el avance imperialista, no sólo se debe a las fuerzas objetivas de nuestro enemigo, en buena parte, también se debe a la ceguera de los dirigentes y algunas orgánicas de izquierda, que insisten en repetir formulas, demostradas como ineficientes y superadas por la historia de la lucha de clases.

Cuando el Che y Miguel, condenaban el carácter parásito y antirrevolucionario, que jugaban algunos sectores políticos y sociales, que nos intentaban hacer creer, “en la buena voluntad, de sectores progresistas”, por ejemplo; hoy está archicomprobado, la inexistencia de las llamadas burguesías nacionales, las que se encuentran absolutamente ligadas al capital transnacional, razón por la cual la continentalidad de la lucha, pasa a ser un factor estratégico, ya que el choque es directo con el ENEMIGO FUNDAMENTAL. LOS COMANDANTES DE LA REVOLUCIÓN, así lo habían previsto en el siglo pasado, con ese propósito, impulsaron la organización continental de los Revolucionarios como fue el caso de OLAS, la TRICONTINENTAL, la experiencia del ELN en Bolivia o la JCR, etc.

Miguel y el Che, nunca dejaron de plantear los peligros que se presentaban, al jugar con las armas melladas del enemigo, conviviendo con su institucionalidad y lo artificioso que resultaba la construcción del Socialismo, en esas condiciones; en la gran mayoría de los casos, no es posible. Lo mas que se lograría, seria la captura formal de la superestructura burguesa del poder…. pero el transito al socialismo se tendrá que hacer mediante una lucha violentísima contra todos los que traten, de una manera u otra, de liquidar su avance hacia nuevas estructuras sociales, planteaba el Che, elemento que a la luz de los acontecimientos recientes, parece ser una verdad inexorable.

Cuando desde el revisionismo soviético, se impulsa la vía pacifica, para alcanzar el Socialismo, y que en la actualidad, el reformismo lo vuelve a utilizar como táctica, los COMANDANTES DE LA REVOLUCIÓN, nos recordaban que, el Poder, es el objetivo estratégico sine qua non de las fuerzas revolucionarias y todo debe estar supeditado a esta gran consigna…La toma del poder es un objetivo mundial de las fuerzas revolucionarias. Conquistar el porvenir es elemento estratégico de la revolución. Donde lo histórico y objetivamente trascendental, pasa a ser, no poner en riesgo la Estrategia de la Revolución, por pasos tácticos, volviendo a poner en práctica, las viejas enseñanzas del revisionismo, en que los revolucionarios, son desplazados como parias o elementos “extremistas y terroristas, que atentan contra la institucionalidad democrática”.

Ante esa realidad, es extraordinario el carácter visionario de los planteamientos del Che, sobre la situación en nuestra Patria Grande, cuando plantea que cada minuto que pasa y a la luz de los últimos acontecimientos, muestran un ejemplo de cohesión de los gobiernos burgueses con el agresor imperialista, en los aspectos fundamentales del conflicto. Es precisamente lo que sucedió con la muerte del Comandante Jorge Briceño, cuando toda la oligarquía dirigencial felicitó al paramilitar Santos en New York, los medios de alienación montaron un circo informativo y los progresistas, reformistas y revisionistas guardaron un sepulcral silencio.

Los COMANDANTES DE LA REVOLUCIÓN, insistían en no engañarse con los supuestos avances progresistas, planteando que las pequeñas victorias electorales son “ pequeñas colinas dominadas por el fuego de la artillería enemiga, la colina parlamento, la colina legalidad, la colina huelga económica legal, la colina constitución burguesa, donde lo extremadamente peligroso y nocivo para NUESTRAS FUERZAS, es que para alcanzar estos “logros”, se tiene que dar muestras de apego la legalidad burguesa, así lo vimos con la firma por las garantías constitucionales, que debió hacer Allende durante la U.P, o los costos que pagan los trabajadores en el proceso bolivariano en Venezuela. La ilusión que parte del pueblo deposita en dichas experiencias, tiene su punto de inflexión cuando se llega a traicionar a organizaciones revolucionarias para dar “muestras de buena conducta”, ante el imperialismo: “Contradictorio el cuadro de América; dirigencias de fuerzas progresistas que no están a la altura de los dirigidos; pueblos que alcanzan alturas desconocidas; pueblos que hierven en deseos de hacer y dirigencias que frenan sus deseos”.

Quizás, el gran aporte de los COMANDANTES DE LA REVOLUCIÓN, es el llamado a entender que la lucha de clases, es una guerra encubierta y que las orgánicas revolucionarias, que seriamente se planteen la construcción del Socialismo, nunca deben perder de vista la perspectiva del Poder y no desechar ninguna forma de lucha, para alcanzar ese propósito: “El enemigo luchará por mantenerse en el poder; hay que pensar en destruir el Ejército opresor; para destruirlo hay que oponerle un Ejército Popular enfrente. Ese Ejército no nace espontáneamente. La lucha tiene que tener un carácter continental, la lucha es a muerte entre todas las fuerzas populares y todas las fuerzas represivas, estas castigaran a las fuerzas populares con todas las armas de destrucción a su alcance”.

Después de los últimos acontecimientos ocurridos en nuestra región, y los que sin duda vendrán; los revolucionarios debemos prepararnos para batallas mas decisivas que una simple elección burguesa o tomar posiciones en conflictos ínter burgueses. Tenemos que tener claro que frente a la fuerza bruta, la fuerza y la decisión; frente a quienes quieren destruirnos, no existe otra cosa que la voluntad de luchar hasta el último hombre por defendernos… Las masas saben que el papel de Job no cuadra con la de un revolucionario y se aprestan a la batalla.

Como parte del gran legado, de los grandes hombres, los héroes del pueblo, como Miguel, Santucho, Marulanda, el Mono Jojoy o el Che, se distingue su intachable conducta moral y ética; fueron fieles a la máxima planteada por Mao de que en ningún momento y bajo ninguna circunstancia, puede el comunista poner en primer lugar sus intereses personales; al contrario, debe subordinarlos a los intereses de la nación y de las masas populares. De ahí que el egoísmo, la flojera, la corrupción, el afán de figurar, etcétera, sean lo más despreciable, mientras que la entrega abnegada, el entusiasmo y la energía en el trabajo, la dedicación de todo corazón al deber público y el esfuerzo concienzudo y tenaz merezcan respeto. Elementos trascendentales, que muchos dirigentes actuales ignoran u omiten, pero que en los grandes hombres, pasa a ser su principal fortaleza, ya que ellos, no dedicaron su vida a lustrar su ego; pues los héroes del pueblo, se llaman pueblos y la única forma que tenemos los revolucionarios para homenajearlos es decirles:

¡Comandantes de la Revolución, con su ejemplo seguiremos adelante!
¡Adelante con todas las fuerzas de la historia!

Con el PUEBLO, como Fuerza Principal Político-Militar,
Con la vanguardia, creando CONCIENCIA Revolucionaria y
Con el FUSIL, como guía de la lucha histórica y constante.

POR LA RAZON Y LA FUERZA, LOS TRABAJADORES AL PODER
SÓLO PODEMOS LA VÍA REVOLUCIONARIA
COMBATE O MUERTE

Desde algún lugar de Chile, Octubre de 2010

Movimiento de Izquierda Revolucionaria – Ejército
Popular Revolucionario (Batallón Chile)

Alianza país: De la teoría de la conspiración a la real politik




Pablo Dávalos


¿Qué pasó en Ecuador? ¿Qué está pasando? ¿Hubo intento de golpe de Estado en la insubordinación policial?


Los recientes acontecimientos han suscitado una doble interpretación. La versión gubernamental va en la siguiente línea: los policías y sectores de las fuerzas armadas del Ecuador intentaron un golpe de Estado en una línea de reconstitución oligárquica suscitada por el rumbo político de un gobierno soberano y que había mantenido una agenda de ruptura con el modelo neoliberal y que está produciendo, además, profundas transformaciones democráticas en beneficio del pueblo en especial de los sectores más pobres; este intento de golpe de Estado ha sido evitado por la masiva movilización del pueblo ecuatoriano dispuesto a confrontar a la derecha y a salvar este proceso que se ha autodenominado revolucionario, y, asimismo, por la valiente y firme actitud del Presidente del Ecuador que mantuvo su coherencia hasta en los momentos más dramáticos.
Hasta ahí una interpretación que tiene como eje director al gobierno ecuatoriano y que de alguna manera consta en varios pronunciamientos y análisis de sectores identificados con la izquierda política del continente. En esta visión la realidad es simple y contundente y las líneas que demarcan a la izquierda (los buenos) y a los que no lo son, aparecen claras y transparentes.


Sin embargo, los hechos, como alguna vez dijo Lenin, son tenaces y evidencian una realidad más bien prosaica y diferente: al parecer y tal como lo confirman todos los datos existentes, nunca se trató de un golpe de Estado porque no hubo un pronunciamiento político en ese sentido de los sectores de la policía y de las fuerzas armadas involucradas en el conflicto, sino más bien, y por absurdo que pueda parecer, el núcleo del conflicto giró alrededor de reclamos administrativos y financieros por parte de la tropa de la policía ecuatoriana, aparentemente lesionados por el Código de Servicio Civil que fue aprobado por la Asamblea Nacional del Ecuador, pero que fue radicalmente cambiado por el veto presidencial de Rafael Correa. El hecho de que un reclamo administrativo haya generado la crisis política más importante del Ecuador de los últimos años, llama a la reflexión porque este hecho permitió que afloren varios fenómenos aparentemente disímiles y contradictorios.


En primer lugar está la posición de los movimientos sociales del Ecuador, entre ellos el movimiento indígena, que se desmarcaron tanto del gobierno de Alianza País cuanto de los insubordinados policías ecuatorianos, aunque mediaron algunas declaraciones desafortunadas de
varios de sus líderes, pero la organización indígena aprovechó la coyuntura para resaltar lo que consideran el centro del debate político: las derivas extractivistas y neocoloniales que está asumiendo el gobierno de la Revolución Ciudadana. Las demás organizaciones sociales, entre ellas los sindicatos del sector público, aprovecharon de la coyuntura para manifestar su malestar con varias leyes aprobadas por el régimen y que lesionan sus derechos laborales. Esta posición del movimiento social ecuatoriano permite comprender la orfandad del gobierno en sus momentos más dramáticos, cuando necesitaba de forma desesperada esa organización social, a la
que siempre la había considerado como rezagos corporativos del neoliberalismo, se vio completamente solo y más bien rodeado de afectos, solidaridades y buenas intenciones de un reducido grupo de personas que, si bien son importantes, cuando se trata de disputar y defender el poder generalmente son intrascendentes si no son fenómenos mayoritarios y contundentes. En esas horas de soledad, el Presidente ecuatoriano Rafael Correa tuvo que hacer algo que jamás se habría imaginado: negociar su estabilidad política con las fuerzas armadas.


En segundo lugar está el mismo sistema político ecuatoriano. La institucionalidad política se reveló incapaz de conjurar a los fantasmas que ella misma había convocado. La serie de leyes que se aprobaron en el legislativo y que implicaron un proceso de diálogo, consenso y acuerdos con actores disímiles, y que produjeron varios proyectos de ley cuya redacción no satisfacía a muchos de ellos pero que demostraban que se tuvo que ceder para mantener un frágil equilibrio, en el momento en el que llegaron al ejecutivo para su aprobación final fueron cambiadas de forma radical y alteraron, precisamente, ese equilibrio al que trabajosamente se había llegado.


El veto presidencial a varias de estas leyes, como por ejemplo la Ley de Educación Superior, el Código Orgánico de Servicio Civil, el Código Orgánico de Ordenamiento Territorial, entre otras, cambiaron el equilibrio con el cual fueron aprobadas al interior del legislativo y onvirtieron al Presidente de la República en legislador de última instancia.


Los asambleístas del partido de gobierno nunca pudieron ni contradecir ni presentar la más mínima resistencia esa voluntad del ejecutivo y, finalmente, nunca respaldaron ni reconocieron los acuerdos previos que ellos mismos habían suscrito con varios actores sociales, políticos e institucionales para lograr los votos necesarios para aprobar esas leyes. Esto determinó una pérdida de confianza en la legislatura y una crispación de varios sectores sociales que veían que su voluntad de llegar a acuerdos y realizar concesiones eran tabula rasa para el Ejecutivo.


Las reiteradas movilizaciones de las universidades, de los servidores públicos, de los jubilados, de los indígenas, entre otros, daban cuenta de esa crispación social. Empero, el sistema político ecuatoriano no daba muestras de absorber esa energía social y canalizarla dentro de la institucionalidad vigente, porque esta institucionalidad hablaba un solo lenguaje y en un solo sentido: aquel del partido de gobierno. Alianza País estaba reconstruyendo la institucionalidad política ecuatoriana desde el autismo y la arrogancia del poder. Cuando se produce la crisis política, el sistema político ecuatoriano fue incapaz de resolver esta crisis porque él mismo era parte del problema. Tal como están las cosas, ahora Alianza País deberá crear las garantías de su propia supervivencia política y resolver la crisis sin apelar a un cuestionado sistema político, una
verdadera tarea para Sísifo.


En tercer lugar están los medios de comunicación convertidos en la víctima propiciatoria de la Revolución Ciudadana. A pocas horas de suscitarse el conflicto político el gobierno optó por curarse en sano y zanjó la disputa mediática y semiótica del conflicto asumiendo el control total de la información. En ese proceso el gobierno posicionó la idea de que estaba en juego la democracia atacada por la derecha camuflada en sectores de la policía, que habían sido objeto de
manipulación de sectores claramente identificados con la oposición (se habló con insistencia del Partido Sociedad Patriótica y de su líder Lucio Gutiérrez). Más allá de que esta versión sea plausible está el hecho de que el momento en el que finalmente se abrió la señal para todos los medios televisivos, se tuvo acceso a información que contradecía las informaciones oficiales y que generaban dudas sobre los eventos sucedidos.


Los medios públicos hasta entonces habían luchado por su propia legitimidad tratando incluso de ser mínimamente críticos con el gobierno, en esta coyuntura más bien demostraron que la semiótica y la comunicación son fundamentales a la hora de disputar al poder y que llegado el momento la imparcialidad es una máscara incómoda: la verdad siempre es una prerrogativa del poder. Los medios de comunicación están otra vez en el centro del debate porque presentan una realidad y unos hechos que contradicen las versiones oficiales. Ahora el gobierno tiene que disputar los sentidos entre su versión de que se trató de un intento de golpe de Estado y las informaciones que van apareciendo paulatinamente y que indican que ni siquiera se trató de un secuestro al Presidente. El problema es que esta disputa rasga la hegemonía ideológica del partido de gobierno y empieza a fracturarla, y sin esa hegemonía ideológica, el único soporte real que al momento tiene el régimen, las adhesiones clientelares y electorales pueden también fracturarse poniendo en riesgo su estabilidad política.


Pero hay aún más: la situación económica del Ecuador no le favorece al gobierno. No puede presentar cifras de crecimiento económico, generación de empleo, inversión, reducción de la pobreza, porque las cifras demuestran que, al menos en lo que a la economía concierne, la propuesta de Alianza País ha fracasado y no tiene visos de superarse.


El desempleo abierto y encubierto alcanza a las dos terceras partes de la población ecuatoriana en capacidad de trabajar. El costo de la canasta familiar se ha incrementado a sus máximos históricos: 550 dólares y el salario mínimo apenas cubre el 43% de esta canasta. De hecho, la pobreza se ha incrementado. Todo esto en un contexto de bonanza de los precios del petróleo, un importante incremento en la recaudación fiscal y expansión de las exportaciones no tradicionales.


Sin embargo, el régimen de Alianza País necesita aún de más recursos económicos, sobre todo para resolver los problemas del déficit fiscal. En ese sentido, ha presentado una propuesta de ley para ampliar la capacidad de endeudamiento hasta un 50% del ingreso nacional, y pagar las bonificaciones de jubilación en bonos. Una propuesta que ha convocado a la oposición de los jubilados y de los trabajadores públicos en contra del régimen y que anuncia futuras movilizaciones sociales. La economía es una bomba de tiempo para Alianza País que, por ahora, no consta en su lista de prioridades pero que a mediano plazo revelará su importancia.


Luego de esta crisis, Alianza País sabe que una cosa es el discurso y otra las necesidades del poder. Puede ser que la imagen del Presidente se haya fortalecido en la coyuntura, pero eso no implica que las condiciones de su propia gobernabilidad sean las mejores. Más bien lo contrario, Alianza País sabe que en este simulacro no puede confundir las sombras en el espejo y necesita respuestas contundentes que le posibiliten garantizar al largo plazo su permanencia en el poder y
defender aquellos grados de libertad en el sistema político que la convirtieron en fuerza hegemónica. El descontento de varios sectores sociales, entre ellos las fuerzas armadas y la policía nacional, están ahí, son indudables. Si Alianza País opta por resolver la crisis suscitada por insubordinación de la policía nacional sin resolver de manera previa las causas del conflicto que no solamente comprende a la policía sino a otros sectores sociales, sabe que el simulacro del golpe de Estado puede convertirse en una profecía autocumplida. Pero no puede resolver las condiciones de su gobernabilidad sin cambiar el formato político de su hegemonía, y no puede cambiar este formato político sin resignar los correspondientes espacios políticos, es decir, vulnerar esa hegemonía.


Alianza País es un movimiento autista y en su diccionario político no existen las palabras “diálogo” y “consenso”. Está auto-convencida de que su proceso político es una verdadera revolución y ha trazado una línea demarcatoria entre aquellos que suscriben de forma incondicional su proyecto y el resto a quienes considera sus enemigos, incluidos los movimientos sociales. Con Alianza País no hay términos medios.


Justamente por ello no hay espacios ni condiciones ni para la crítica menos aún para la autocrítica. Pero el momento de refundación al sistema político se está agotando. El impulso histórico que llevó al poder a Alianza País se está fracturando porque la sociedad ecuatoriana empieza a cambiar su orden de prioridades. Ése es su mayor drama y allí radica la mayor paradoja: ¿cómo piensa Alianza País recuperar esos grados de libertad con los cuales estaba reconstruyendo la institucionalidad y al sistema político sin fracturar las condiciones de su propia gobernabilidad? ¿De qué manera el sistema político ecuatoriano puede recobrar su legitimidad sin hacer tabula rasa de sí mismo y tener que poner el contador en cero? ¿Cómo movilizar a una sociedad, sobre todo en momentos en los que más se la necesita y que nada tiene que ver con las apuestas electorales, cuando se ha tratado de desestructurar, manipular y desmovilizar a esa misma sociedad? ¿Cómo apelar a la organización social cuando se ha tratado de cooptarla y convertirla en un apéndice del régimen o, en su defecto, destruirla? ¿Cómo decirle a la ciudadanía que la verdad que presentan los medios de comunicación gubernamentales no son sino otra estrategia de disuasión y que la verdad está en otra parte?


Alianza País está entre Escila y Caribdis. Para salir de la crisis tiene que apelar al diálogo y al consenso pero eso la debilita políticamente, porque va a dar la percepción de vulnerabilidad y ésa
es la señal que necesita la oposición. En cambio, si mantiene su posición de hegemonía y de imposición, solamente es cuestión de tiempo para que su teoría de la conspiración se convierta en una profecía autocumplida. La insubordinación policial y militar demostró que el rey está desnudo y, al parecer, pone al tiempo político de Alianza País en cuenta regresiva.

La lucha de clases origen de las guerrillas




La discusión respecto al origen de la violencia y las formas de lucha se reduce a estas afirmaciones de Marx y Engels hechas en el Manifiesto Comunista: “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días, es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, se enfrentaron siempre; mantuvieron una lucha constante, velada unas veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes”. Y en otra parte Marx diría que “la violencia revolucionaria es la partera de la historia”.

Como vemos, la encarnizada lucha de clases, nos permite comprender que las transformaciones sociales se producen a través de la violencia revolucionaria, en razón de que ninguna sociedad dividida en clases, ninguna clase dominante ha soltado el poder pacíficamente, siempre ha sido necesaria la utilización de la violencia revolucionaria de las masas.

Todas las sociedades divididas en clases, viven una permanente confrontación en todos sus órdenes. En cada una de estas sociedades, las clases sociales dominantes imprimen unas formas de explotación y opresión, mientras las clases dominadas establecen unas formas de lucha y resistencia, según los casos.

Siendo que todo el proceso de desarrollo y transformación de los distintos modos de producción, han sido a través de las luchas de clases y violencia revolucionaria, la guerra de guerrillas ha sido una forma inevitable de lucha en toda la historia de la humanidad, digamos que la más preferida para los pueblos.

Aunque la historia en general ha dedicado a la guerra y a los ejércitos regulares un amplio espacio, muchas veces un espacio casi único, no siempre en esas historias se encuentran desarrolladas la guerra de guerrillas, porque suelen dedicarse más a las guerras convencionales, a las operaciones militares entre ejércitos regulares y a las hazañas de los grandes generales.

Pero se afirma que de la guerra ningún grupo humano ha quedado exento en la historia, de allí que se pueden apreciar innumerables veces, el método de la lucha guerrillera, aunque no haya sido muy documentada, por capricho deliberado de las clases en el poder que son las que han escrito la historia.

Y pese a que la palabra guerrilla tiene un origen relativamente cercano en el tiempo, el uso de las acciones guerrilleras se remonta a los mismos orígenes de la guerra, y su práctica ha sido recomendada por todos los teóricos y estrategas de la guerra desde la aparición de ésta.

En efecto, desde la descomposición de la comunidad primitiva, pasando por el esclavismo y el feudalismo, hasta la sociedad capitalista de nuestros días, han sido reiterados y permanentes los conflictos armados derivados de la lucha de clases, siendo la guerrilla un método muy eficaz.

La resistencia guerrillera desde siempre

Sabido es que en los primeros tiempos de la comunidad primitiva no había lucha de clases porque todos los medios e instrumentos que poseían los hombres eran de propiedad colectiva, en beneficio de toda la colectividad.

Con el desarrollo de las fuerzas productivas se producen las divisiones sociales del trabajo; unos se dedican a la agricultura y otros a la ganadería, después los artesanos se independizarían con sus propias industrias; comenzó así a producirse más medios de sustento, surgen entonces los sobrantes y con ello la apropiación por parte de los más fuertes. De esta manera apareció la propiedad privada y las clases sociales, como también las guerras de dominio y resistencia entre tribus. A los prisioneros de las guerras por conveniencia ya no los mataban, sino que les reducían a esclavos. La humanidad había entrado al esclavismo. Aparecieron los esclavos y esclavistas, pero los esclavos desde el inicio resistieron al dominio y opresión, utilizando multiplicidad de formas de lucha, como las rebeliones y guerrillas.

A partir de allí cambia el rostro del mundo con más intensidad. Se viven las grandes guerras de ocupación y liberación, sin las cuales no hubieran surgido y desaparecido las poderosas sociedades esclavistas como Egipto, Babilonia, Persia, Grecia o Roma.

En estos procesos, la importancia de la guerrilla fue diversa, pero nació fundamentalmente como una forma de lucha contra el invasor y opresor.

A lo largo de la historia hay muchos ejemplos de guerras de guerrillas que se combinan con insurrecciones campesinas y alzamientos urbanos. Según el relato bíblico, los judíos conquistaron Canaán mediante el acoso y la emboscada; Alejandro Magno debió enfrentarse a la resistencia guerrillera de las tribus montañesas en su incursión a Persia. Los judíos eran hábiles guerrilleros que, pese a la destrucción de la fortaleza de Jerusalén por los romanos, no terminaron con la resistencia. En oposición a la dominación de Judea, fueron los zelotas quienes continuaron luchando contra el imperio romano, manteniendo una guerra de guerrillas hasta la toma de la ciudad de Masada en el año 73. Por otro lado, China fue la región asiática donde se produjeron más rebeliones, adquiriendo un carácter insurreccional con grandes ejércitos campesinos.

Ya antes, en las épocas en que las legiones de Roma ocupaban los vastos territorios europeos, muchos pueblos en la Galia, Germania e Hispania se opusieron a ellas por medio de las guerrillas. Luego, durante las guerras púnicas entre Roma y Cartago, las tribus salasias hostigaban a los ejércitos de Aníbal cuando cruzaban los Alpes, sin exponerse a un encuentro abierto. En otros escenarios, otros pueblos retomaban con éxito el método de la guerrilla para hacer resquebrajar al debilitado imperio.

Todos estos casos demuestran la aplicación de las técnicas de la guerra de guerrillas, cuando pequeños grupos armados, de gran movilidad y audacia, mantenían en vilo a ejércitos más poderosos en armamento y número.

Para derrumbar al esclavismo, fueron los esclavos quienes se rebelaron contra los esclavistas en innumerables guerras, utilizando las guerrillas como instrumento efectivo, siendo la más destacada la de Espartaco, en el imperio Romano.

Al fin tumbado el imperio, los esclavos consiguieron dejar de ser vendidos como animales y entraron al feudalismo como siervos, continuando la resistencia. Pues el nuevo sistema que se impuso no acabó la opresión, los oprimidos devinieron en campesinos de los señores feudales contra los cuales volvieron a levantarse en inmensas y tenaces luchas por arrancar las tierras que trabajaban y por destruir esa sociedad. Entre los propios feudales, en donde intervino también la iglesia, se desataron multitud de contiendas para definir quien era el rey y constituir las poderosas monarquías.

En la edad media, se encuentran valiosos ejemplos de guerrillas que repelían a los invasores y opresores, como las que se organizaron en la península ibérica contra los musulmanes; los vascos contra Carlomagno; la oposición de los galeses a la invasión normanda e inglesa mediante guerrillas de arqueros desde el siglo XII, o los movimientos reformistas en contra de la iglesia de Roma. Más aún, en la época de la disolución de los reinos y monarquías, como durante las guerras campesinas de los treinta años (1618-1648), pasando por la revolución francesa, han sido ensayadas diversidad de formas de lucha como las revueltas, la formación de barricadas, las insurrecciones armadas y las guerras de guerrillas.

Derrumbado el feudalismo, sobre sus ruinas se alzó el capitalismo y desde que apareció lo hizo en medio de guerras. Para consolidarse y sostenerse ha provocado las más sangrientas guerras que ha conocido la humanidad, como las dos Guerras Mundiales en el siglo XX; todo esto sin contar las contínuas agresiones de los países imperialistas contra nuestras naciones oprimidas, que hicieron gestar los distintos movimientos de liberación nacional en todos los continentes.

Modernamente, la guerra independentista de EEUU. fue acompañada por guerrillas que sorprendían a las tropas inglesas en emboscadas, igual sucedió en la guerra de cesesión. Durante la invasión napoleónica en la península ibérica, los españoles opusieron la primera gran resistencia nacional que salió al paso del Emperador en su absorción de Europa, a base de facciones guerrilleras, estableciendo precisamente el termino “guerrilla”.

Durante las luchas de independencia Hispanoamericana, guerrilleros y no otra cosa fueron los combatientes más eficaces contra la dominación española. Allí, tanto los ejércitos patriotas como los realistas recurrieron a la táctica de guerras de guerrillas. Los principales focos de las guerrillas independentistas fueron Nueva España, Venezuela, Colombia, Alto Perú, noroeste argentino y el centro sur chileno.

En el siglo XIX, los movimientos nacionalistas como el de Garibaldi en Italia, la guerra de independencia de los griegos durante la dominación turca, principalmente, se basaron en luchas de grupos civiles armados. Iniciando el siglo XX, durante la guerra de los boers en la actual Sudáfrica, utilizaron esa táctica contra el imperio británico. Y en México, Francisco Villa y Emiliano Zapata, con el método guerrillero formaron ejércitos de campesinos e iniciaron la revolución mexicana. Después vino la revolución rusa de 1917.

En el siglo XX, la lucha guerrillera fue encontrando con mayor frecuencia nuevos exponentes: Lawrence de Arabia en la Guerra de los Catorce; los maquis durante la resistencia francesa en la II Guerra Mundial; Tito y sus partisanos contra las fuerzas alemanas de ocupación en los Balcanes, igual que en el resto de Europa; Los guerrilleros de la Unión Soviética quienes mantuvieron en jaque a las fuerzas alemanas durante todo el tiempo de la ocupación, especialmente en Ucrania. Otros ejemplos como Mao en China, Grivas en Chipre; el FLN argelino; el Che Guevara y Fidel Castro en la Sierra Maestra; Ho Chi Minh y Vo Nguyen Giap en Vietnam, y en este último tiempo, los guerrilleros palestinos y árabes que han actuado contra las fuerzas israelitas y norteamericanas. En todas estas experiencias, los pequeños destacamentos de guerrilleros, amparados por las montañas o los cascos urbanos, con sus ataques relámpagos y sus bombas de fabricación casera, han sido un elemento clave en las difíciles condiciones de la ocupación extranjera.

La guerrilla ha sido parte activa en el escenario mundial desde siempre, sin embargo se han destacado más desde la segunda mitad del siglo XX, cuando triunfara la revolución cubana. Desde ahí se conocerían las experiencias de Vietnam a Centroamérica, Malasia a Colombia, el Congo y la Guinea Portuguesa a Perú, Laos a Venezuela, Birmania a Bolivia, Argentina a Filipinas, etc. Además, surgieron frentes de liberación nacional que utilizando la guerra de guerrillas, se enfrentaron a los grandes ejércitos regulares de las potencias coloniales en África y Asia.

Esta oleada guerrillera pronto llenaría de puntos rojos el mapa mundial, para despecho del imperialismo.

La presencia de América Insurgente

Los pueblos de América son portadores de una larga tradición guerrillera. Desde la conquista, la colonia, la independencia hasta nuestros días, las guerrillas han sido la forma de lucha más recurrida.

Durante el coloniaje español la guerrilla indígena fue permanente, quienes sembraban el pánico a los españoles desde las selvas, quebradas y páramos. La misma lucha de independencia se inició como levantamientos que luego llevarían a la resistencia guerrillera.

Para la independencia de nuestros pueblos, las ideas de libertad y las experiencias de luchas vinieron de otros países. Estas experiencias iniciaron en 1776 en que los habitantes de las 13 colonias norteamericanas se liberen de Inglaterra y declararan su independencia. Años después, en 1789, la Revolución Francesa tumbó a la monarquía. Finalmente, un hecho tuvo gran impacto en América: la invasión francesa a España en 1808 que provocó la renuncia del Rey Fernando VII y la resistencia guerrillera que alentó en nuestros pueblos latinoamericanos la idea de libertad, por las armas.

Es conocido que en la independencia de EEUU las tropas de George Washington pasaban el tiempo librando escaramuzas con el enemigo, acosándolo y privándole de comida y avituallamiento siempre que era posible, hasta acabar minando su moral y provocando su retirada de las 13 colonias.

Para la independencia de España, en muchos puntos se libraron combates y escaramuzas, que a medida que se producía un triunfo se extendía la subversión. Así surgieron pequeños brotes de milicias que solas inicialmente eran incapaces de realizar grandes acciones militares contra la artillería y caballería enemiga. Solo actuaban acompañando a los batallones del ejército patriota y, ante estas fuerzas los realistas huían.

El sostenimiento de las milicias era sencillo, pues buena parte del armamento y vestuario se lograba con las presas tomadas al enemigo y, al combatir en terreno propio, contaban con el apoyo masivo de la población, a la que mantenían en su actitud de resistencia.

Estas milicias, de organización sencilla, se diseminaban fácilmente cuando aumentaba la presión enemiga. Y volvían a reunirse si disminuía. El Rey comprendió la importancia de este tipo de guerra, que llegó a enviar miles de soldados y combatientes para engrosar el ejército, pero sin embargo ya estaban condenados a la derrota.

Otras experiencias guerrilleras ocurrieron en las repúblicas, en las distintas revoluciones liberales de carácter burgués, como el caso de las montoneras alfaristas en nuestro país.

Durante el siglo XX, los movimientos guerrilleros que con frecuencia han surgido en América Latina, fueron motivados por gobiernos represivos y dictaduras militares; en contra de las burguesías criollas, aliadas al imperialismo yanqui; la crisis mundial del capitalismo y el fracaso de las políticas económicas y sociales de las clases dominantes en cada país.

Pero todos los procesos desde 1959 deben comprenderse como de índole postcubano y desde 1979 como postnicaraguense. Prácticamente en todos los países latinoamericanos surgieron movimientos guerrilleros que escogían las montañas y las ciudades para desarrollar las operaciones militares. La enumeración requerirá de otro estudio más minucioso que la dejaremos para otra entrega en razón del espacio.

Las enseñanzas de las guerras de guerrillas

Pese a que la mayoría de las historias de las guerras no muestran a la guerra irregular porque han sido de las plumas de militares burgueses, las experiencias de los movimientos guerrilleros más relevantes en el mundo, produjeron algunos textos que han servido como apoyo teórico para el desarrollo del método de la guerra de guerrillas en el campo y la ciudad.

Reflexiones sobre el uso de la guerrilla se encuentran ya en el g eneral chino Sunt-Tzu, que escribió su tratado sobre la guerra en el año 350 a.n.e. y, desde luego, concitó el interés de quien ha sido considerado uno de los principales teóricos burgueses de la guerra, Karl Von Clausewitz.

En la historia de la guerrilla contemporánea, los autores más destacados, y ellos mismos notables y audaces comandantes guerrilleros, son sin duda Mao Tse Tung (1893 -1976) y el Che Guevara (1928 – 1967). La influencia de los escritos de Mao fue notable para Ho Chi Minh y para Vo Nguyen Giap, que dirigieron las sucesivas luchas de independencia en Vietnam. Por su parte, el texto del Che “La guerra de guerrillas” (1961) se convirtió en una referencia central para los movimientos guerrilleros latinoamericanos.

Pero fue a partir de la organización de la revolución rusa, y la defensa armada del socialismo en que Lenin planteó la idea de la guerra civil revolucionaria, desarrollando y concretando genialmente, los principios ya sustentados por Marx y Engels en relación al fenómeno de la guerra. En los hechos la revolución bolchevique triunfó mediante una insurrección armada pero la guerra civil vendría después. Cosa aparte sería la Gran Guerra Patria conducida por Stalin. De ese modo se fueron sentando las bases de la ciencia militar de nuestra época.

Al desarrollar el marxismo en la época del imperialismo y las luchas de liberación nacional, Lenin analizó las formas y métodos de conducir la lucha. Partió de las indicaciones de Marx y Engels sobre la dependencia de la guerra a la política y valoró las ideas del militar prusiano Clausewitz, al sustentar su conocido aforismo de que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, por los medios de la violencia, afirmaría Lenin.

Sin embargo, fue Mao el forjador de la moderna lucha guerrillera. Su actuación al frente del ejército comunista que enfrentó a los japoneses y a las fuerzas de Chiang Kai-Shek, en la revolución china, resumió en su obra “La Guerra de Guerrillas” que lo ubicó en la cima de la admiración guerrillera mundial. Considerado el tratado una obra maestra sobre la materia, llegó a ser estudiado concienzudamente por revolucionarios de las más distintas gamas y por los mismos oficiales de los ejércitos burgueses.

Después de Mao, el Che y otros guerrilleros que fundamentaron las luchas guerrilleras en las montañas, las guerrillas de carácter urbano también eran teorizadas por otros combatientes, haciendo esfuerzos de adaptar ese método a las ciudades, principalmente por Carlos Marighella, quien en 1969 escribió su Mini manual de la Guerrilla urbana.

Con estas enseñanzas prácticas y teóricas, y de acuerdo a las condiciones históricas, políticas, sociales y geográficas, nacieron las distintas organizaciones guerrilleras en Latinoamérica y el mundo.

El método de la guerra de guerrillas

Ante todo hay que precisar que esta forma de lucha revolucionaria es un método; un método en donde un pueblo desarmado pero organizado combate al enemigo armado, en la ciudad y el campo, para lograr un fin político. Ese fin, indispensable e ineludible para los revolucionarios, es la liberación de las cadenas de la dominación y opresión y la construcción de una nueva sociedad.

La guerra de guerrillas es una guerra del pueblo, es una lucha de masas en donde se incorpora la juventud, los campesinos, los obreros, los intelectuales, las mujeres y hombres valerosos y decididos que pensamos que solo con la lucha armada conquistaremos el poder. Pretender realizar este tipo de guerra sin el apoyo y participación de las masas populares, es el preludio de un desastre inevitable.

La guerrilla debe estar apoyada por las masas populares de la zona y de todo el territorio de que se trate, por eso debe trabajar constantemente por acumular fuerzas y desarrollar todas las formas de lucha, con la participación popular. Sin esas premisas no se puede admitir la guerra de guerrillas.

Ahora bien, en sentido estricto, el término “guerrilla” sirve para designar al grupo de personas que usa tácticas militares consistentes en hostigar al enemigo en su propio terreno mediante ataques rápidos y sorpresivos. Es lo contrario de los principios ortodoxos de la guerra. No fija un lugar de defensa.

El principio fundamental de la guerra de guerrillas es la ofensiva. Esa ofensiva debe tomar la forma de ataques por sorpresa, golpeándolo por delante y por atrás, sin exponerse. Como señala Mao: “Cuando el enemigo avanza, nosotros retrocedemos. Cuando acampa, lo hostigamos. Cuando está cansado, lo atacamos. Cuando se retira, lo perseguimos”.

La dinámica de la guerrilla se basa en golpear y correr, por eso se suele decir que la guerrilla debe actuar como la pulga al perro: le pica, salta, vuelve a picar, lo no aniquila sino que lo atormenta, lo enloquece y lo debilita hasta destruir su moral para al fin vencerlo. Por eso la principal tarea de la guerrilla es desmoralizar, desequilibrar, desgastar y golpear, principalmente a sus jefes. Sin descuidar al principal propósito: ganar e incorporar a las masas para el objetivo estratégico.

En la guerra de guerrillas los combates deben decidirse con rapidez y agilidad, en una palabra, gran movilidad a causa de que el enemigo es fuerte y la guerrilla pequeña, pero conocedora del terreno. Siendo su carácter disperso, la guerrilla se extiende por todas partes, en razón de que muchas de sus tareas, tales como el hostigamiento, la contención, el sabotaje y el trabajo de masas exigen la dispersión de las fuerzas.

En toda guerra, las partes beligerantes se disputan la iniciativa en el campo de batalla, en un teatro de operaciones, en una zona de guerra e incluso en el conjunto de la guerra, ya que la iniciativa y la astucia significa la libertad de una fuerza. Justamente porque las guerrillas son pequeñas, les es fácil operar tras las líneas enemigas apareciendo y desapareciendo en forma misteriosa, sin que el enemigo pueda hacer nada contra ellas. Una libertad de acción tan amplia como la guerrilla jamás pueden tenerla los ejércitos regulares.

Finalmente, para que la lucha armada cumpla con su carácter revolucionario y sea conducida política y militarmente hacia la victoria, siempre es necesario elaborar una planificación minuciosa que está a cargo de la dirección. Los jefes deben conocer la teoría revolucionaria, apreciar la situación nacional e internacional, interpretar el momento político, conocer acerca de la guerra, sus formas, técnicas y métodos, estar preparados política y militarmente para conducir las luchas y combinar sus formas.

Sin el conocimiento de estos elementos, es imposible obtener victorias para nuestro pueblo.
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Artículo de Semillero Insurgente, publicación de los Grupos de Combatientes Populares.